Es increíble como a veces nuestra mente nos juega malas pasadas creando realidades inventadas “literalmente” en base a percepciones erróneas de nuestro entorno generando emociones negativas que nos afectan en nuestro día a día.

A modo de ejemplo hoy quiero compartir aquí contigo, un caso real que ilustra esto que os comento:

Julia era una comercial de éxito, se sentía valorada en su empresa como una persona con potencial y con habilidades suficientes para ser promocionada en el futuro…o al menos esto es lo que Julia pensaba.

Sin embargo, pasaban los años y veía como otros compañeros y compañeras iban accediendo a puestos de más responsabilidad mientras ella solo conseguía ligeras mejoras salariales cada año.
En su diálogo interno no cesaba de decirse a sí misma, “pues ya ves, yo llevo más tiempo en la empresa y promocionan a Luisa que es novata y además vende menos que yo”, “parece mentira que le hayan ofrecido esta promoción a Rafa…si es un inútil”, …y así todo el día.

Después de 3 años de “espera” su paciencia rebosó y comenzó a desmotivarse, tenía actitudes no muy agradables con sus compañeros e incluso con su jefe, Joan, al que además le hizo más de un desaire en público… total, que al final esta situación acabó en un despido procedente.

Julia se sentía tan mal que ni tan siquiera peleó por la improcedencia del despido.

En este punto su ya ex jefe, la llamó un día preocupado por ella, pues en realidad sentía afecto por Julia y malestar por haber tenido que despedirla, siendo consciente de que la actitud de ella no le había dejado otra alternativa.

La sorpresa de Julia fue mayúscula cuando hablando con Joan, descubrió que él pensaba que las expectativas de ella eran seguir de comercial, pues tenía mucho éxito y ganaba mucho dinero, además, dado que tenía dos hijos, el horario flexible de los comerciales le iba muy bien.

¡Haciendo memoria Julia descubrió que durante los casi 4 años que trabajó en la empresa, en ningún momento trasladó a Joan cuales eran sus aspiraciones reales!

Muchas veces, lo que ocurre en situaciones como esta, es que nos montamos una auténtica “película” para dar una explicación racional a algo que no entendemos.

Sin embargo, este mecanismo habitual de nuestra mente que además es bienintencionado pues cubre una necesidad real, puede tener efectos negativos si no entrenamos a nuestro cerebro a pensar en positivo y a admitir que no siempre la primera explicación racional que nos viene a la mente ha de ser la verdadera.

En el caso expuesto antes, si Julia hubiera gestionado de forma adecuada las situaciones en las que veía que promocionaban a otros compañeros, seguramente habría hablado con su jefe, le habría expuesto sus expectativas reales y es probable que la historia hubiera acabado de manera diferente.

Como ya sabéis, este entrenamiento requiere aprendizajes o reaprendizajes para aprender a generarnos emociones positivas.

¡Quizás, el secreto para conservar nuestra mente sana y joven reside en mantener siempre viva la actitud de aprendizaje continuo!