Hola amig@s, aquí va una pequeña reflexión sobre esto de “Atreverse a pasar a la acción”:

¿cuántas veces nos decimos…tengo que llamar a…mañana sin falta empiezo el gimnasio…debería ponerme a…?

Pasar a la acción

Y cuando llega mañana…como no lo hemos hecho porque en ese momento nos apetecía realizar otra actividad mas agradable, o se nos olvida, se vuelve a repetir el tengo que, debería…

Esto es lo que se llama procrastinación (del latín procrastinare: pro, adelante, y crastinus, referente al futuro), postergación o posposición es la acción o hábito de retrasar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables.

Creo que situaciones similares a estas suelen ser habituales en nuestro día a día, sin que seamos conscientes de cómo pueden afectar a nuestro estado de ánimo.

¿Por qué os digo esto? Pues porque ahora sabemos que nuestro cerebro, que no tiene ni pizca de sentido del humor, entiende todo lo que pensamos y/o decimos literalmente.

Así nos estamos enviamos continuamente mensajes de que vamos a hacer algo que luego no hacemos, lo cual como poco nos genera un sentimiento de frustración aunque no seamos del todo conscientes de ello.

Y, ¿cómo reacciona nuestro cerebro ante tanta expectativa no cumplida? Pues reacciona mal, en su lógica nos etiqueta como informales, incapaces, inútiles… y todo tipo de adjetivos poco bonitos que se os ocurran.

Para explicarme mejor piensa en alguien que conozcas, que te haya dicho en repetidas ocasiones cosas como:

  • La semana próxima sin falta te llamo y quedamos, tengo muchas ganas de verte
  • Mañana mismo te hago la gestión que me has pedido
  • No te preocupes, dalo por hecho….

En general cuando esto que nos dicen no se cumple sino que son frases recurrentes cada vez que hablamos con esa persona, ¿cómo clasificamos casi sin querer a esa persona?

Pues lo habitual es que nos enfade, nos haga desconfiar de ella, la etiquetemos de informal, y aunque en muchas ocasiones, si hay una relación afectiva entre ambos lo excusemos con la manida frase “…bueno es que el/ella es así, ya lo/la conozco…”, esto no evita que para muchas cosas no sea una persona en la que confiemos.

Pues lo mismo ocurre en nosotros mismos cuando nos hablamos así y si nuestro cerebro nos etiqueta como incapaces, informales e inútiles, estos sentimientos nos pueden afectar no sólo al hecho concreto que no somos capaces de realizar sino en otros muchos ámbitos de nuestra vida.

¡Es lo que tienen las etiquetas, que a veces las generalizamos! Muchas veces en lugar de quedar grabado en nuestra mente “soy incapaz de ser constante a la hora de hacer ejercicio cada día”, lo que queda es simplemente “soy incapaz” y en cualquier actividad que requiera constancia nos aparecerá ese pensamiento negativo favoreciendo una predisposición a que esa otra actividad tampoco la realicemos o la acabemos.

Si vamos un poco más allá, este dejar cosas para un mañana que nunca llega, nos puede generar altos niveles de ansiedad y puede esconder tal miedo al fracaso que optamos por elegir la inoperancia no vaya a ser que nos salga mal.

Si no pasamos a la acción y nos atrevemos a “hacer “ en lugar de tengo que, debería…nuestra mente nos etiquetará como persona “non grata” por informal, incapaz y de poca confianza.

Así que no estoy hablando de que dejemos de pensarlo y vayamos de una vez a gimnasio para ponernos en forma…sino de tener presente que si no buscamos la manera de hacer aquello que queremos y/o debemos hacer, estaremos nosotr@s solit@s etiquetándonos de incapaces, inútiles…y esto nos generará emociones negativas que pueden afectarnos en muchos aspectos de nuestra vida.

Así que ahora que sabemos cómo funciona nuestra mente, te propongo que pases a la acción y te atrevas a cambiar todo aquello que te perjudica.

Tu eliges si quieres cambiar el tengo que, debería…por ¡HACERLO YA!